El inicio del ciclo escolar puede generar nerviosismo en los estudiantes, incluso en aquellos que manifiestan entusiasmo por regresar a clases o asistir por primera vez. Sin embargo, para algunos niños las sensaciones de ansiedad y estrés resultan predominantes.
Entre las señales que pueden indicar altos niveles de estrés se encuentran las alteraciones en el sueño, la pérdida del apetito o malestar físico. Expertos recomiendan a los padres prestar atención a estas conductas y no minimizar lo que manifiesten sus hijos.
Escuchar con atención es el primer paso para brindar apoyo. Aunque no es posible generalizar, ya que cada niño reacciona de manera distinta, existen señales indirectas que pueden evidenciar ansiedad, como:
- Alteraciones en el sueño.
- Irritabilidad o aumento de la conducta desafiante.
- Dificultad para concentrarse.
- Menor energía.
Especialistas destacan que ir a la escuela, aunque se trate de una actividad cotidiana, puede representar diversas presiones para los menores, entre ellas la necesidad de encajar socialmente, el temor al acoso escolar, la presión académica, los cambios de entorno escolar y la ansiedad relacionada con la seguridad en las instituciones.
Ante este panorama, es recomendable que los adultos mantengan la calma y eviten transmitir su propio estrés a los hijos. Además, sugieren aceptar que los primeros días de clases pueden presentarse contratiempos, lo que es parte del proceso de adaptación.