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¿Cuánto más puede aguantar Adán Augusto López?

El líder de los senadores de Morena ha resistido embates por todos lados. Acusaciones de haber solapado las actividades criminales de su secretario de seguridad Hernán Bermúdez, señalamientos por enriquecimiento ilícito y omisiones en sus declaraciones patrimoniales, incluso críticas por, supuestamente, haber hablado ofensivamente sobre la presidenta Sheinbaum en una llamada telefónica filtrada con la senadora Andrea Chávez.

Ahora, la exdiputada María Elena Pérez-Jaén presentó 37 denuncias ante la Fiscalía General de la República por posibles irregularidades por casi 800 millones de pesos cuando fue gobernador de Tabasco.

Pese a la gravedad de los señalamientos, López Hernández continúa en la cumbre del poder morenista. Pero esa resiliencia política tiene un límite.

Es claro que hay quien no lo quiere fuera de su movimiento político. Alejandro Moreno, el presidente del PRI, ya lo denunció ante la DEA y el FBI por supuestos vínculos con el crimen organizado. Más allá de los enemigos externos, también se habla constantemente de las animadversiones que pudo haber cosechado al interior de su movimiento. La más sonada de todas es la de la presidenta Sheinbaum, quien, supuestamente, lo ve como un rebelde que no está dispuesto a aceptar su liderazgo. Según estas versiones, sería el fiel secretario de Seguridad de Sheinbaum, Omar García Harfuch, quien habría impulsado la búsqueda y captura de Hernán Bermúdez para dañar a Adán Augusto.

Venga de donde venga, el fuego contra Adán Augusto López no cesa. Cada nueva acusación lo deja más expuesto y más solo. Y aunque aún conserva poder e influencia dentro de Morena, cada vez resulta más difícil justificar el lugar prominente que ocupa en la 4T.