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México ostenta hoy un título preocupante. El país ocupa el primer lugar mundial en acoso escolar dentro de la educación básica. Datos de la OCDE, publicados en 2019, confirman esta alarmante estadística: siete de cada diez niños y niñas han sufrido algún tipo de violencia.
La gravedad de las agresiones aumenta y el fenómeno se extiende al mundo digital. Viviana, quien trabaja en Fundación en Movimiento, confirma esta percepción. El hogar ya no ofrece un refugio seguro. Los menores revisan el celular y ven miles de agresiones en forma de sticker o memes.
Los menores suelen quedarse callados. El problema crece porque en la mayoría de los casos los niños y niñas no dicen nada. Una encuesta de la fundación reveló un dato crítico: solo el 16% recibió apoyo de la escuela. Este abandono tiene consecuencias serias. Más del 20% de quienes sufren acoso abandonan la escuela, como casi le ocurrió a un adolescente que se sobrepuso gracias al apoyo familiar.
Existe un cambio drástico en el escenario de la agresión. Hoy, el 60% de los incidentes ocurre dentro de las aulas, frente a los adultos. Esta cifra alarma a los expertos al señalar que el fenómeno se asocia a una pérdida de autoridad de los docentes pues el profesor no tiene la capacidad quizás del manejo de los conflictos.
Aunque el gobierno diseñó protocolos contra el acoso, rara vez los maestros los aplican. Ellos enfrentan una alta carga de trabajo que impide la lectura de los extensos documentos. Mientras tanto, la confianza marca la diferencia. En la Ciudad de México, las denuncias telefónicas se han triplicado en los últimos cinco años. Cuando las escuelas brindan certeza de que algo va a pasar y los niños serán escuchados, ellos se abren más.
