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Se acabó el sueño canadiense: ¿cuáles son sus nuevas políticas migratorias?

Canadá, un país que alguna vez acogió a "casi todo el mundo", está cerrando sus puertas. Sus políticas migratorias se han endurecido, afectando gravemente a solicitantes de asilo y a quienes buscan una nueva vida. Esta transformación genera un impacto directo en miles de personas, incluyendo haitianos que huyen de la represión en Estados Unidos.

Franz André, un jubilado haitiano que defiende los derechos de los migrantes, observa esta situación con preocupación desde una iglesia convertida en refugio en Montreal. La represión en la era Trump llevó a muchos haitianos a buscar refugio en el norte, pero la puerta canadiense se ha vuelto casi inaccesible. Un padre haitiano relata la presión insoportable en Estados Unidos: "La presión es tan grande no puedo soportarlo". Sin embargo, el Acuerdo de Tercer País Seguro, vigente desde marzo de 2023, obliga a los solicitantes de asilo a regresar automáticamente a Estados Unidos si no tienen familiares en Canadá. El año pasado, 12,700 haitianos fueron devueltos a Estados Unidos bajo este acuerdo.

Las cuotas migratorias han bajado hasta 2027, afectando a la diversa población de inmigrantes. Sultana Jangir, quien llegó desde Bangladesh en 2005, describe la dificultad para encontrar empleo en Toronto: "conseguir un trabajo es como encontrar un tesoro". Incluso profesionales cualificados esperan años por un puesto. Además, el costo de vida es asfixiante; las viviendas alcanzan una ocupación del 100%, obligando a familias a gastar la mitad de su salario en alquiler o a vivir hacinadas.

A esta crisis económica y habitacional se suma una nueva y preocupante tendencia: "definitivamente ha habido un aumento del odio, especialmente hacia los asiáticos". Canadá también enfrenta el desafío de 500,000 inmigrantes indocumentados, una cifra que Franz André prevé aumentará. Muchos de ellos trabajan ilegalmente en condiciones de abuso, siendo explotados laboralmente en limpieza y sin la protección necesaria. Ottawa, en respuesta a la presión económica, promete reducir la proporción de residentes temporales al 5% de la población total para finales de 2026.