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Siete años de la 4T: ‘que la fiesta no tape el bosque’

Por Arturo Madrigal

La autodenominada Cuarta Transformación lo hizo de nuevo. Por enésima vez convirtió las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México en el escenario para apuntalar su propia epopeya. ¿El motivo? Celebrar los siete años de su llegada al poder, el día en el que comenzó “una nueva etapa, la del renacimiento de México”.

El pasado sábado 6 de diciembre, desde temprano, contingentes provenientes de la capital y de todos los estados de la República se fueron acercando a la Plaza de la Constitución para escuchar el discurso triunfalista que pronunciaría la Presidenta Claudia Sheinbaum, la convocante de los festejos y arquitecta del “segundo piso de la transformación de la vida pública”. La figura del ex presidente y fundador del movimiento, Andrés Manuel López Obrador, estuvo siempre presente.

Con parafernalia que se asemejaba a la etapa del PRI de acero, el Gobierno que prometió romper con el viejo régimen estaba listo para el autoelogio, arropado por gremios como el petrolero, el ferrocarrilero y el electricista, así como por miles de simpatizantes que según la Secretaría de Gobierno de la CDMX llegaron a ser 600 mil para acompañar a la Presidenta y decirle “¡no estás sola!”.

Música de banda, baile, tambores y hasta pirotecnia… el clima de alegría imperaba en el Centro Histórico, con el sello del folclor que la 4T bien sabe imprimir.

Los simpatizantes de la autodenominada Cuarta Transformación abarrotaron las calles aledañas al Zócalo.


Sin embargo, no se puede tapar el sol con un dedo. Las últimas semanas han sido difíciles para el Gobierno de la Presidenta Sheinbaum.

El clima de inseguridad que vive el país ha causado el malestar de grandes sectores de la población. El asesinato del Alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, fue la gota que derramó el vaso.

Asimismo, la irrupción de la inconformidad de los jóvenes sacudió al Gobierno a través de las marchas de la “Generación Z”, convocadas para exigir un México en paz, libre de corrupción e injusticias.

A lo anterior se suma el malestar de gremios como los transportistas y los agricultores, que han paralizado a través de bloqueos algunas de las carreteras más importantes del país exigiendo que se cumplan sus demandas.

La atropellada aprobación de la Ley de Aguas, el estancamiento económico y una renuncia como la del Fiscal Gertz Manero, que deja más incógnitas que certezas, han contribuido también al enrarecimiento del clima político y socioeconómico del país.

Reformas como el impulso a las 40 horas laborales, el incremento al salario mínimo y el éxito del encuentro de Sheinbaum con el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dan un respiro al Gobierno mexicano, pero los retos persisten.

México vive tiempos complejos que deben ser afrontados con menos espíritu triunfalista. Con más sensatez y menos mística.

Parafraseando un poco: “que la fiesta no tape el bosque”.