James Rodríguez vuelve a estar en el centro de la polémica. El colombiano habría decidido no viajar con León para enfrentar a Xolos en la Jornada 9 del Apertura 2025, todo por un motivo que divide opiniones: el pasto sintético del Estadio Caliente. Según reportes, el mediocampista busca evitar riesgos de lesión de cara a la Copa del Mundo 2026.
El gesto abre un debate: ¿es válido que un jugador se niegue a competir por el tipo de cancha? Para algunos, es un acto de prudencia. James, con experiencia y antecedentes físicos, prefiere preservar su cuerpo, consciente de que cada molestia puede costar más a su edad. Para otros, representa una falta de compromiso con su equipo, que espera contar con él en cada encuentro.
La ciencia tampoco ofrece una verdad absoluta. Un meta-análisis reciente apunta que, en condiciones óptimas de calidad y mantenimiento, los campos sintéticos modernos presentan una tasa de lesiones igual o incluso menor que el césped natural. Sin embargo, existen factores de riesgo: mayor rigidez, fricción, sobrecarga en articulaciones y molestias musculares prolongadas. La diferencia, en gran medida, depende de la generación del césped, su cuidado y la exposición al calor.
En este contexto, la decisión de James puede leerse más como precaución que como capricho. El dilema está en el balance: proteger la integridad del futbolista sin dejar de lado la responsabilidad profesional con el club y la afición. Si la cancha cumple con estándares internacionales, las críticas parecen justificadas. Si no, la postura del colombiano cobra sentido.