En el marco de las conmemoraciones por el día Internacional Contra la Corrupción, México tiene una realidad opaca y dolorosa. De manera general, el país sigue estancado en los índices globales, mostrando una mejoría nula en la última década. El problema persiste sin importar las administraciones a cargo: PAN, PRI o el actual gobierno de Morena.
La nación ostenta la peor posición dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). La OCDE agrupa a las 37 naciones más ricas y desarrolladas del mundo. Comparado con el G20 (las 19 economías más grandes), México solo logra ubicarse por encima de Rusia y se encuentra muy por debajo de sus socios latinoamericanos, como Uruguay y Brasil, y casi 70 lugares atrás de Chile.
El gobierno de la Cuarta Transformación asumió el poder con el mandato explícito de combatir la corrupción. El expresidente López Obrador fijó la ambiciosa meta de mejorar 40 lugares en el Índice de Transparencia Internacional. Aunque se registró un avance inicial de ocho posiciones durante el primer año, el territorio entró en una "meseta" y después sufrió una caída hacia el final del sexenio. Este retroceso se considera uno de los grandes déficits de su administración, pese a que la promesa electoral en 2018 fue erradicar el mal.
El desafío actual no se centra en los viejos esquemas del robo, la corrupción evolucionó a una operación mucho más pensada y que opera en red. Ya no se trata de que alguien se robe dinero del cajón, sino de operaciones financieras complejas que constituyen macro-criminalidad.
Un ejemplo flagrante fue el caso Segalmex, que implicó entre 12,000 y 15,000 millones de pesos. Aún más complejo resulta el llamado "huachicol fiscal," una actividad ilícita que moviliza 600,000 millones de pesos. El delito requiere una red sofisticada donde se involucran "empresarios, políticos, marinos, aduaneros," funcionando como crimen organizado en serio.
Este fenómeno demuestra que el control de la corrupción y el crimen organizado han aumentando la complejidad del combate. La impunidad política agrava el escenario.
Conductas presuntamente ilícitas de cuadros morenistas han decepcionado a muchos simpatizantes. Casos como el de Sergio Gutiérrez Luna, cuya riqueza no corresponde a lo que gana un diputado son desconcertantes, así como también los viajes de Andrés Manuel López Beltrán y Mario Delgado. Hoy, diferentes figuras permanecen impunes, lo cual frustra a la ciudadanía.
Este fenómeno demuestra que el control de la corrupción y el crimen organizado han aumentando la complejidad del combate. La impunidad política agrava el escenario.
Conductas presuntamente ilícitas de cuadros morenistas han decepcionado a muchos simpatizantes. Casos como el de Sergio Gutiérrez Luna, cuya riqueza no corresponde a lo que gana un diputado son desconcertantes, así como también los viajes de Andrés Manuel López Beltrán y Mario Delgado. Hoy, diferentes figuras permanecen impunes, lo cual frustra a la ciudadanía.
El panorama se vuelve más complejo si se le suma el grave retroceso en transparencia. El gobierno impulsó la virtual anulación del INAI. Este debilitamiento del órgano autónomo ya muestra consecuencias: se reporta un rechazo del 99% de las peticiones de información. Aunque existía mérito para mejorar la institución, la ley que resultó de su reforma crea tal "entuerto" que cumplir las obligaciones es extremadamente difícil. Este panorama confirma que el problema de la corrupción en México se mantiene estable en el peor rango, a pesar del mandato de cambio.
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