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Álvarez-Buylla: ¿la científica especialista en lujo y desvío de recursos?

María Elena Álvarez-Buylla, directora del Conahcyt durante el gobierno de López Obrador, vuelve a ser protagonista de la discusión pública. Igual que como ocurrió durante su tiempo como alta funcionaria, no es por buenas razones. Esta semana hay dos hechos alrededor de su persona que condensan las contradicciones de la 4T sobre la austeridad: ni se acabó la corrupción por decreto presidencial ni dejó de haber “gobierno rico con pueblo pobre”. 

Primero, la Auditoría Superior de la Federación denunció ante la Fiscalía General de la República a Álvarez-Buylla por presuntos manejos indebidos de recursos públicos en 2021. Los auditores identificaron irregularidades en la extinción de cuatro fondos institucionales, pagos sin comprobación, documentos duplicados e inconsistencias en fechas de contratos. El probable daño al erario estimado supera los 57 millones de pesos. 

Mientras esto ocurre, salió a la luz el lujoso estudio de arte que su hija, Jimena García Álvarez-Buylla, presumió en la revista Dwell, especializada en arquitectura. Situado en el mismo terreno que la casa familiar en Tlalpan y diseñado por la firma Estudio MMX, el espacio cuenta con 60 metros cuadrados y se caracteriza por su elevada altura con ladrillos, ventanales amplios y diseño vanguardista. Esta publicación confirma, una vez más, que el poder económico sigue ligado al poder político, contrario a lo que se asegura desde el poder. 

Estos dos hechos confluyen en la persona de Álvarez-Buylla como un frente simbólico poderoso. Morena se encumbró como una alternativa a una clase política corrupta y frívola, ocupada de enriquecerse saqueando al erario público y alardeando de una vida inimaginable para la enorme mayoría de los mexicanos. ¿Se convirtieron en lo que juraron destruir o, en el fondo, siempre fueron iguales?