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El asesinato de la secretaria particular y el coordinador de asesores de Clara Brugada.

Podemos decir que el país alcanzó a la Ciudad de México. Lo que sucedió ayer en la capital lleva años pasando en varios estados. En Guerrero, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Colima, Sinaloa, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz, Oaxaca, Chiapas…

En estos estados, y otros más, han ejecutado a sangre fría a funcionarios del poder público. De todos los partidos políticos y jerarquías. Más de Morena simplemente por ser mayoría.

Ser funcionario en México es una actividad de alto riesgo y creciente. Se sea honesto o no. Se tenga protección oficial o no. Se esté vinculado a tareas de seguridad pública o no. 

En julio de 2024 asesinaron al Comisario de la Ciudad de México Milton Morales, muy cercano a Omar García Harfuch. En 2020 intentaron asesinar sin éxito al mismo Garcia Harfuch. En el caso de Ximena Guzmán y José Muñoz, los 2 funcionarios asesinados ayer, destaca que no estaban vinculados, al menos formalmente, a tareas de seguridad pública. 

En todo caso es la violencia que vive México. Es el crimen organizado, presente y fuerte en todo el país desde hace años; que hoy puede estar alineado con un gobierno y mañana en contra.  Que ayer pudo ser tolerado por un gobierno y mañana perseguido por otro. En lo federal y en lo local. Que hoy forma alianzas que lo contienen y mañana las rompe con traición y venganza. 

Y en medio de todo esto, de crimen, gobiernos, arreglos y desarreglos, está la población, los ciudadanos indefensos, el eslabón débil. Que incluye a la gran mayoría de los funcionarios.

La Ciudad de México no es ajena a la lucha y reacomodo entre cárteles que se libra en todo el país. Hoy el golpe de realidad es más impactante porque le toca muy de cerca a la Jefa de Gobierno, figura de proyección nacional.

Pero más allá de los hipotéticos mensajes para Brugada, de venganzas de cárteles por detenciones y otros factores que podrían estar involucrados y desconocemos aún, hay algo cierto:

La Ciudad de México juega en la misma cancha que el resto del país: la de la impunidad que propicia este tipo de crímenes. La impunidad que beneficia siempre al más poderoso o al más violento.

Conoceremos eventualmente la narrativa oficial, sobre el quién, el por qué y el para qué de este doble asesinato. Vendrán detenciones y versiones. Y tendremos más información para valorar lo sucedido.

Por lo pronto un acto así siembra miedo y desconfianza en la ciudadanía y opaca cualquier cifra de mejoría o avance en seguridad pública que pueda presumir el gobierno.