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Homicidios a la baja: los puntos ciegos de la buena nueva

Desde septiembre de 2024, cuando asumió la presidencia Claudia Sheinbaum, hasta noviembre de 2025, México ha registrado una caída del 37% en el promedio diario de homicidios dolosos. Como detalló esta semana la presidenta, la cifra pasó de 86.9 homicidios diarios a 54.7. Éste ha sido el noviembre con menos asesinatos en la última década.

Este descenso representa, sin duda, un avance significativo. Por primera vez en mucho tiempo, el país experimenta más de un año con cifras a la baja. La estrategia de seguridad del gobierno —con decomisos, detenciones, coordinación entre fuerzas federales y, al mismo tiempo, programas de prevención social— parece estar dando frutos en varias entidades.

Pero esa tendencia no implica que México esté “fuera de peligro”. Hay regiones donde la violencia continúa golpeando con fuerza. Estados como Sinaloa, Guanajuato y Michoacán siguen con índices alarmantes: conflictos entre cárteles, disputas territoriales del crimen organizado y ofensivas de seguridad que muchas veces desatan represalias.

Sobre todo en estos territorios, donde una parte de la población está “asediada” por violencia, amenazas y miedo cotidiano, la baja nacional no se siente. Para quienes viven allí no alcanza con estadísticas o promedios.

Si la estrategia quiere consolidarse, debe reconocer esta desigualdad territorial. Se necesita no sólo mantener capturas y decomisos, sino reforzar la protección a comunidades vulnerables y robustecer la estrategia de seguridad con inteligencia operativa que permita identificar y sofocar ataques a la población como el del coche bomba de esta semana en Coahuayana, Michoacán, que ha dejado a al menos diez personas muertas y diez heridas.

La reducción nacional de homicidios es un motivo de celebración para todos. Es importante, sin embargo, garantizar que la tendencia continúe a la baja y que se corrijan las áreas de mejora de la política de seguridad.