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La “Ley Esposa” y la grieta en la coalición gobernante

En San Luis Potosí, se desató esta semana una controversia que podría poner a prueba la unidad de la coalición entre Morena y sus aliados. El Congreso estatal aprobó una reforma a la Constitución local que modifica las reglas de paridad de género. Estipula que los partidos políticos en el estado están obligados a postular exclusivamente a mujeres para la gubernatura del estado en las elecciones de 2027, bajo el argumento de que nunca ha habido una gobernadora en el estado. 

El trasfondo es que esta enmienda allana el camino para que la esposa del gobernador y actual senadora del Partido Verde —Ruth González Silva— pueda convertirse en candidata a la gubernatura en 2026. A esta iniciativa se le ha bautizado en el país como la “Ley esposa”. Instrumentos similares se discuten en Nuevo León, impulsados por el gobernador Samuel García, para, en teoría, impulsar la candidatura de su esposa Mariana Rodríguez. 

La presidenta Claudia Sheinbaum pidió públicamente que se revise la constitucionalidad de esta ley, cuestionando que la reforma, efectivamente, sea en beneficio de los derechos políticos de las mujeres. 

La división en la coalición gobernante fue palpable en la votación en el congreso local, con mayoría del Partido Verde, al que también pertenece el gobernador Ricardo Gallardo. Mientras que el Partido Verde, PT, el PRI, Movimiento Ciudadano, Nueva Alianza y dos diputados del PAN avalaron la modificación, Morena y dos diputados panistas se opusieron. En respuesta, Morena anunció que presentará una acción de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación para impugnar la llamada “Ley esposa”. 

La coalición entre Morena y sus aliados actúa en bloque en prácticamente todos los temas. Sin embargo, la “Ley esposa” muestra que esa cohesión tiene límites cuando los intereses particulares están en juego. 

¿Cuáles serían las dimensiones del daño a la 4T que podría hacer una fractura profunda entre Morena y su principal aliado, el Partido Verde? ¿Podría inaugurar una nueva dinámica en la política nacional o ambos partidos optarían por el pragmatismo para seguir defendiendo sus intereses comunes?