La tarde del miércoles 5 de noviembre, Grecia Quiroz, viuda del alcalde asesinado Carlos Manzo, tomó protesta ante el Congreso de Michoacán como alcaldesa sustituta de Uruapan. Su arribo se dio en medio de un fuerte dispositivo de seguridad, la decisión fue unánime y bajo el grito de “¡No estás sola!”. Quiroz prometió continuar con el legado de Manzo y reconstruir la paz en un municipio ahogado por la violencia.
La designación de Grecia Quiroz como presidenta municipal encierra la idea de que el legado de Carlos Manzo continúa y que, aunque él ya no esté al frente del municipio, una parte de él lo está, su persona más cercana. La designación permite calmar los ánimos de una sociedad enardecida y asfixiada por el crimen organizado y continuar con un legado. Sin embargo, se requiere mucho más para resolver la situación de seguridad.
Muy probablemente, la situación de violencia en Uruapan se dome durante algún tiempo debido a la atención mediática, recursos federales y despliegue de fuerzas de seguridad en la región. Sin embargo, existe el riesgo de que todo quede en un parche temporal.
El gobierno federal ha anunciado un plan para la pacificación de Michoacán, cuyos detalles aún están por publicarse, pero el problema de fondo persiste. Los intereses del crimen organizado continuarán y buscarán la manera de satisfacerlos. Los grupos criminales han demostrado en repetidas ocasiones su capacidad para adaptarse a las fallidas estrategias de los gobiernos para seguir operando.
El plan de pacificación para Michoacán debe ser integral a nivel local, pero también debe estar engranado con una estrategia nacional que desarticule la estructura financiera de los criminales, su capacidad de armarse, que profesionalice a las fiscalías y rompa con las cadenas de corrupción en distintos niveles. La legitimidad de Grecia Quiroz puede ayudar en este proceso, pero es sólo uno de los ladrillos para construir la solución.