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La trágica enseñanza de las lluvias: la protección civil importa

Los últimos días han dejado una estela de destrucción en Veracruz, Hidalgo, Puebla y, con consecuencias menos severas, en Querétaro y San Luis Potosí. Las afectaciones incluyen inundaciones, deslaves, rutas bloqueadas, escuelas y viviendas dañadas, y al menos 47 personas muertas según reportes oficiales. 

En Veracruz, el gobierno estatal informó del despliegue de brigadas y distribución de más de 4,000 apoyos humanitarios, mientras la gobernadora Rocío Nahle supervisaba acciones interinstitucionales ante la emergencia. Hidalgo mantiene monitoreo constante ante más de 50 derrumbes reportados en municipios, así como caída de árboles y bardas colapsadas. En Puebla, las lluvias ocasionaron severas inundaciones en mercados, escuelas y vialidades clave, especialmente en Huauchinango y Amozoc. 

A nivel federal y estatal, la respuesta ha combinado rescate, apoyo y coordinación. El gobierno federal declaró que hasta el momento 150 municipios están afectados, con más de un centenar de cortes en carreteras federales, la mayoría de los cuales han sido atendidos. Además, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana informó que autoridades federales y estatales concentran esfuerzos para restablecer servicios y auxiliar a la población afectada. 

El compromiso del gobierno federal y los locales para actuar ante la catástrofe son palpables y merecen reconocimiento. Sin embargo, el desastre pone de manifiesto la necesidad de estar preparados para hacer frente a desafíos de esta magnitud. Las lluvias extremas no son sorpresas, sino fenómenos que llegan cada cierto tiempo y para los que es necesario tomar medidas de previsión. 

Los gobiernos de todos los niveles y partidos deben coordinarse bajo una política robusta de protección civil para hacer una inversión constante en infraestructura de drenaje, protección de cuencas, mantenimiento de carreteras, reforestación y planes de respuesta local robustos. 

Las autoridades no pueden conformarse con respuestas de emergencia, sino demostrar que han aprendido de cada desastre, fortalecer capacidades institucionales y garantizar que la próxima tormenta no encuentre a la población a expensas de la fuerza de la naturaleza.