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Los panistas caminan más juntos, pero ¿adónde van?

La Asamblea Nacional Ordinaria y Extraordinaria del PAN, celebrada este fin de semana en la Ciudad de México, fue presentada como parte de la “nueva era” para el partido. Se aprobaron cambios a sus estatutos: procesos internos más transparentes, apertura para que cualquier ciudadano pueda afiliarse con mayor facilidad y la posibilidad de candidaturas ciudadanas.

Uno de los aspectos más llamativos fue la presencia de figuras que han mostrado distanciamiento con el partido o su dirigencia, como Xóchitl Gálvez, Ricardo Anaya, Roberto Gil Zuarth y Adriana Dávila. Para un partido que pasó buena parte de la última década entre fracturas, vetos y acusaciones internas, esa sola imagen es un avance.

Sin embargo, el gran problema persiste. El PAN puede celebrar que ha avanzado en recobrar alineamiento entre liderazgos. Pero eso no equivale a recuperar la confianza de la ciudadanía. La mayoría de los mensajes del fin de semana se concentraron en denunciar a Morena, reafirmar la defensa de la democracia y proyectar ambiciones hacia 2030. Su principal propuesta es no ser Morena y eso no bastará para recolocarlos en el tablero político.

Sigue pendiente la elaboración de una estrategia para reconstruir su imagen ante la ciudadanía y recuperar la confianza del electorado. No hay siquiera una reflexión sobre cómo revertir la opinión negativa que se tiene del partido, más allá de declarar que ahora están más abiertos a los ciudadanos. Sin resolver este reto, los esfuerzos serán completamente en vano.