Los símbolos feministas del grito de Claudia Sheinbaum
El primer Grito de Independencia encabezado por Claudia Sheinbaum estuvo cargado de símbolos feministas que marcaron un parteaguas en la narrativa oficial de las fiestas patrias. La presidenta eligió vestir de morado, retomando un color históricamente vinculado a las luchas de las mujeres en México y el mundo. Además, la escolta que entregó la bandera estuvo integrada únicamente por cadetes mujeres del Heroico Colegio Militar, un gesto que rompe con la tradición castrense masculina.
Otro elemento significativo fue la presencia a cuadro en numerosas ocasiones del retrato de Leona Vicario en la Galería de Honor de Palacio Nacional, la primera mujer cuya imagen se incluye en este icónico sitio. También destacó la forma en que Sheinbaum se refirió a Josefa Ortiz Téllez-Girón con sus apellidos de soltera, y no como “de Domínguez”, reconociendo así su agencia individual más allá de su vínculo conyugal.
Entre sus vivas, destacaron las heroínas anónimas y las mujeres indígenas. Estos gestos no son menores, pues rescatan la memoria de heroínas con nombre y apellido, pero también reivindican a las miles de mujeres anónimas que han sostenido, desde las sombras, la historia de México. Visibilizar su papel en las conmemoraciones oficiales abre una conversación necesaria sobre la deuda histórica hacia ellas.
El reconocimiento de las mujeres del pasado obliga a reflexionar sobre la situación de las mujeres contemporáneas. En México persisten enormes retos en materia de género: la violencia feminicida, que cobra la vida de alrededor de diez mujeres al día; 49.7% de las mujeres mayores de 15 años reportan haber sido víctimas de algún tipo de violencia sexual; la brecha salarial es de 34% en el país, ambas cifras según datos del INEGI, entre otros retos como la carga de cuidados familiares y distribución de las tareas del hogar.
La conmemoración que hace la presidenta Sheinbaum de las heroínas con y sin nombre de la historia de México refuerza la obligación de exigir al Estado el reconocimiento de los retos de las mexicanas de 2025, junto con las políticas públicas y el presupuesto necesarios para encararlos.