Mucho han circulado las declaraciones de Paco Ignacio Taibo II, director del Fondo de Cultura Económica, sobre la falta de autoras en el catálogo de 2.5 millones de libros que se distribuirán en 14 países de América Latina. No hay desperdicio en reproducirlas una vez más para desentrañar la violencia machista que las envuelve.
“Si sé de un poemario escrito por una mujer horriblemente asqueroso de malo, por el hecho de ser escrito por una mujer, no merece que lo mandemos a una sala comunitaria… ¿Por qué hay que castigarlos con ese libro?”.
Esta declaración demuestra que el liderazgo de la editorial más grande del mundo de habla hispana opera bajo principios misóginos. Las palabras de Paco Ignacio Taibo II dejan claro que no sólo no hay políticas de igualdad que promuevan la total integración y representación de las mujeres, sino que se refuerzan prejuicios de género. En este caso, se trata de la idea de que la literatura escrita por mujeres no está a la altura de la que producen los hombres.
Durante siglos, la cultura patriarcal ha celebrado y legitimado la literatura escrita por hombres, mientras relega y minimiza la de las mujeres. Esa estructura desigual ha hecho que menos mujeres puedan desarrollarse como escritoras. Más aún, ha hecho que las obras escritas por mujeres reciban menor visibilidad, promoción y reconocimiento. Así se construye el canon, exaltando lo masculino y silenciando lo femenino.
Eso es, precisamente, lo que reproduce el Fondo de Cultura Económica. Una institución pública como ésta tiene la responsabilidad de romper con esos patrones, no de reproducirlos. No se trata de incluir libros escritos por mujeres solo por su género, sino de reconocer que hay excelentes autoras que merecen ser leídas y difundidas. El Fondo debería asumir como tarea activa tener claro cuáles son esas voces y promoverlas, a pesar de que históricamente hayan recibido menos atención que sus colegas hombres.
Con su afirmación, el director del Fondo reproduce la violencia de la invisibilización, la cual priva a las mujeres de espacio y legitimidad en la cultura. La respuesta de la presidenta Sheinbaum de que harán una colección de mujeres no basta, pues es necesario implementar esfuerzos deliberados para incluir la literatura escrita por mujeres en el canon. La primera presidencia encabezada por una mujer debería facilitarlo.