La marcha del 15 de noviembre dejó claro que existe un malestar extendido en distintos sectores de la sociedad mexicana. A pesar de que inicialmente fue una convocatoria para los jóvenes de la Generación Z, otros grupos vieron la oportunidad de exigir cambios, incluyendo a ciudadanos sin militancia de todas las edades, el Movimiento del Sombrero y personal del sector salud. La inseguridad fue el punto de coincidencia y muchos también expresaron preocupación por el debilitamiento de la democracia.
Esta manifestación dejó ver que hay una oposición al manejo actual del país entre distintos grupos y a lo largo del país, incluyendo la Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara, Puebla, San Luis Potosí, Cancún y Coahuila, entre otras ciudades. Esta inconformidad, sin embargo, no está organizada políticamente, salvo el Movimiento del Sombrero.
La marcha reflejó un hartazgo acumulado, aunque disperso. Ahora, la pregunta es: ¿hacia dónde se canalizará esa energía social?
¿Existe algún partido político capaz de aglutinar estas voces? La oposición tradicional carga con una imagen negativa y una distancia considerable respecto a la ciudadanía. Hasta ahora, no ha mostrado capacidad estratégica para conectar con las demandas ciudadanas. ¿Podría, en su lugar, surgir un nuevo movimiento político?
La movilización demostró que hay disposición ciudadana para manifestarse, pero aún no hay una estructura que traduzca ese impulso en proyecto político. Ésta es una señal clara para la oposición, aunque no sea la de los partidos actuales, de que hay sectores nutridos de ciudadanos dispuestos a militar en un movimiento que disienta del régimen actual.
Un movimiento así tendría que ofrecer un proyecto con un programa robusto que vaya más allá de simplemente oponerse a la 4T. ¿Alguien será capaz de organizarlo?