El Banco de México informó que las reservas internacionales del país alcanzaron un nuevo máximo histórico: 250 mil 206 millones de dólares. Este récord se debe, sobre todo, a revalorizaciones de sus activos internacionales y a operaciones como la venta de dólares que hizo el Fondo Mexicano del Petróleo al banco central. Las revalorizaciones de activos se refieren a la apreciación de bienes, como el oro, donde se respaldan parte de las reservas.
El récord es importante, puesto que las reservas internacionales son una especie de “colchón” financiero. Sirven de respaldo cuando hay choques económicos externos, como variaciones en el tipo de cambio, crisis globales o tensión en los mercados internacionales. Alcanzar este nivel histórico de reservas genera confianza en inversionistas y respalda a México como un país capaz de cumplir sus obligaciones internacionales y enfrentar emergencias financieras.
Sin embargo, ese respaldo contrasta con otros indicadores recientes del país. La economía mexicana se encuentra estancada. El crecimiento económico para 2025 fue revisado a la baja a apenas 0.3%, lo que quiere decir que la economía prácticamente no se mueve. El INEGI reportó que la Inversión Fija Bruta cayó 7.6% entre enero y septiembre de 2025. A ello se suma una caída en remesas, algo que debilita el ingreso y consumo en muchas familias mexicanas, y en la inversión extranjera en bonos gubernamentales durante siete meses seguidos.
Este contraste pinta un escenario complejo. Las reservas elevadas son un logro significativo, pues fortalecen la macroeconomía. Sin embargo, no pueden por sí solas provocar crecimiento, inversión o bienestar. Si la inversión sigue cayendo, si la demanda interna se debilita y si la economía real no repunta, ese “colchón” se mantiene como reserva, no como motor del desarrollo.