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¿Una ola conservadora se apodera de América Latina?

La política latinoamericana experimenta una reconfiguración dramática. La reciente victoria de José Antonio Kast en Chile confirma el giro ideológico en la región, un movimiento que comenzó tras la derrota izquierdista en Bolivia en 2022. La llegada de Kast al poder significa la caída de otro bastión histórico de la izquierda continental.

Kast impulsa un pensamiento de derecha que algunos observadores consideran "extremo," pues sobrepasa la derecha tradicional. Sin embargo, el presidente electo deberá someterse al pragmatismo y realismo que definen a las derechas a nivel global.

Santiago y La Paz, representan el cambio de rumbo que ahora se unen a un bloque conservador robusto. Este grupo incluye a líderes como Nayib Bukele en El Salvador y Daniel Noboa en Ecuador. Se suman también el argentino Javier Milei, Luis Abinader en República Dominicana y bastiones tradicionales como Paraguay o Perú.  Estos nuevos líderes se distinguen por discursos enfocados en la seguridad, la inmigración y políticas económicas ultraliberales.

Un factor primordial en esta consolidación ideológica es el alineamiento con Washington. Dicho vínculo se intensificó con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Trump demostró un renovado interés por Latinoamérica y defendió una "nueva doctrina Monroe".

La Doctrina Monroe fue establecida por Estados Unidos en el siglo XIX, proclamando "América para los americanos". Históricamente, esta doctrina funcionó como un pretexto para que Washington forzara a las naciones latinoamericanas a acatar su voluntad. Con la reaparición de Trump, el intervencionismo se tradujo en un respaldo público y directo a candidatos afines a su política. Esto ocurrió con Asfura en Honduras o con Milei en las legislativas de medio término este año.

El interés estadounidense radica en ejercer control sobre esta parte del mundo. La razón principal son los vastos recursos naturales que posee la región:  agua, petróleo, gas, coltán, litio, cobre, oro y biodiversidad. Además, todos estos activos se encuentran relativamente cerca de los Estados Unidos. 

Este panorama augura un seguimiento cercano de la política exterior estadounidense hacia los países de la región. Esta vigilancia ya se observa con la presión que Washington ejerce sobre el gobierno bolivariano de Nicolás Maduro en Venezuela, un rival ideológico .

Las próximas elecciones de 2026 resultan cruciales para el continente. Los votantes de Colombia y Brasil, dos de las economías más importantes y que actualmente tienen gobiernos de izquierda, deberán confirmar o negar este giro dominante hacia la derecha.