La reciente visita de la presidenta Claudia Sheinbaum a una zona de desastre, en medio de la tragedia por intensas lluvias, derivó en un tenso encuentro con una población desesperada. Esta situación, donde la mandataria terminó por retirarse diciendo que "ya no se puede hablar" con la multitud, pone de relieve dos cosas: la vulnerabilidad del liderazgo federal y la falta de preparación ante desastres naturales.
La exposición de la Jefa del Estado a concentraciones no preparadas conlleva un riesgo muy serio: el político y el de seguridad. No es lo mismo una conglomeración en el zócalo o en modo rendición de cuentas, que la desesperación de colectivos que lo han perdido todo. También, es preciso mencionar que altos funcionarios de seguridad han sido objeto de recientes atentados.
La confrontación también exhibió el profundo presidencialismo del país. La gente exige a la Presidenta la solución de problemas que, en rigor, son responsabilidad de los gobiernos municipales y estatales. Un ejemplo claro fue el gobierno estatal que, inicialmente, no interpretó la gravedad de lo que ocurría, e incluso minimizó la emergencia.
La raíz del problema, que se repite año tras año, es la vulnerabilidad urbana y suburbana. Esta se debe a la imprevisión, la mala gestión del drenaje, las construcciones en sitios indebidos y la falta de una cultura de prevención. El resultado es que el gobierno siempre debe reaccionar después del suceso con mecanismos como el Plan DN-III.
Aunque la presidenta afirmó no haber tenido indicios científicos sobre la magnitud de las lluvias, la realidad es que el fenómeno se repite anualmente en los mismos puntos, como Hidalgo, Tabasco y Tamaulipas. La importante labor de instituciones como el Servicio Meteorológico y los centros de captación de huracanes son anticipar las condiciones climáticas. La falta de preparación obliga a los políticos a exponerse al lodo, lo cual solo evidencia que no supieron prevenir.
La inacción tiene un costo humano devastador: la emergencia reciente ha dejado 64 muertos y 65 desaparecidos. El mensaje es claro: se requiere más preparación y menos fotografías de ayuda.