El triunfo de Fátima Bosch Fernández como Miss Universo 2025 no sólo representa una alegría para quienes siguen los certámenes de belleza. Su éxito es una valiosa oportunidad para la diplomacia pública mexicana. Bosch, originaria de Tabasco, se convirtió en la cuarta representante de nuestro país en ganar este certamen de belleza.
Su coronación tras enfrentarse públicamente al director de Miss Universo en Tailandia, Nawat Itsaragrisil, es especialmente relevante. Bosch defendió con dignidad su voz cuando él la criticó por no hacer publicaciones promocionales, lo que desató una protesta colectiva en el concurso. Esa actitud la ha posicionado como un símbolo de dignidad y empoderamiento femenino.
Desde el punto de vista diplomático, su victoria tiene un impacto que puede potenciarse, pues promueve una imagen de México como un país moderno, cuyas mujeres defienden sus ideas y no están dispuestas a someterse. En un mundo donde las naciones compiten también en la esfera simbólica, estos triunfos contribuyen a forjar una idea del país en el imaginario global.
El reinado de Bosch como Miss Universo coincidirá con la celebración del Mundial de Fútbol en México en 2026. Ambos ayudan a generar un momento propicio para la imagen de México más allá de la política, la relación con Estados Unidos, la violencia y el narcotráfico. Gobiernos, instituciones culturales y empresariales tienen la oportunidad de reforzar la proyección de México en el exterior mediante campañas, intercambios culturales, sociales y deportivos.
La construcción de una imagen nacional no sólo se logra en tratados o acuerdos, sino también a través de símbolos que conectan con personas en todo el mundo. Fátima Bosch ha ayudado a poner los reflectores sobre México, y ahora corresponde al país desplegar estrategias para aprovechar las oportunidades de este triunfo.