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México-Perú: una ruptura construida desde Palacio Nacional

El lunes 3 de noviembre de 2025, el gobierno de la República del Perú anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con México, acusando al gobierno de acudir a un “acto hostil” tras el otorgamiento de asilo a la ex primera ministra Betssy Chávez, acusada por rebelión en su país. Por su parte, el gobierno mexicano rechazó la decisión, argumentando que el asilo otorgado se apega al derecho internacional —en particular a la Convención de Caracas sobre Asilo Diplomático de 1954—, y calificó la ruptura como una decisión unilateral.

Llama la atención que México considere “unilateral” la acción peruana cuando, en los últimos años, los presidentes mexicanos Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum han expresado públicamente su criterio sobre los asuntos políticos internos de Perú. Cuestionaron la destitución del expresidente Pedro Castillo, lo calificaron de golpe de Estado, AMLO llamó “presidenta espuria” a Dina Boluarte y Sheinbaum no la reconoció como mandataria de Perú. Además, ambos mandatarios mexicanos recibieron en Palacio Nacional al abogado defensor de Pedro Castillo, el argentino Guido Croxatto. Nunca se informó con qué fin se reunieron, qué acordaron y qué tipo de apoyo le ofrecieron.

A pesar de estos elementos, México se da por sorprendido y declara que la decisión de romper relaciones es “unilateral”, además de “excesiva y desproporcionada". ¿Habrá sorprendido a Sheinbaum que este año el Congreso peruano la declarara “persona non grata”?

Claudia Sheinbaum ha logrado superar el lastre de decisiones de López Obrador en algunas áreas, como en la política de seguridad, pero ése no ha sido el caso en la conducción ideológica de la política exterior. Para proteger el potencial de nuestras relaciones políticas y económicas y recuperar la importancia de México en el panorama global, convendría que la presidenta rompiera con esta herencia dañina de su predecesor.