Agencia Reforma
Los datos más recientes del Banco Mundial señalan que México ha logrado una reducción significativa de la pobreza en los últimos años. Según estas estimaciones, entre 2018 y 2024 la proporción de personas en situación de pobreza en nuestro país pasó de alrededor de 35.5% a 21.7%, una caída de más de 13 puntos porcentuales. Al mismo tiempo, la clase media creció de 27.2% a 39.6% de la población.
La presidenta Claudia Sheinbaum destacó estos resultados como una muestra de avance social y económico, incluso señalando que por primera vez en la historia reciente de México hay más personas en clase media que en pobreza, de acuerdo con los datos del Banco Mundial.
No cabe duda de que estos cambios son relevantes y dignos de reconocimiento. Para entender mejor estas cifras y mirar hacia adelante en la planificación de políticas públicas, analizar qué hay detrás de los indicadores y ponerlos en contexto.
Gran parte de la reducción de la pobreza está asociada al aumento del salario mínimo y del poder adquisitivo del ingreso laboral, que aumentó de manera sostenida en los últimos años y ayudó a que muchos hogares salieran de los niveles más bajos de ingreso. Así lo han confirmado los recientes análisis de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la ONU, conocida como la Cepal.
También los programas sociales tienen un papel en aliviar las necesidades inmediatas. Pero contribuyen en mucha menor proporción que el aumento al salario y no erradican la pobreza estructural.
Estos datos ayudan a no perder de vista que la reducción de pobreza debe consolidarse con políticas públicas amplias e integrales. Se requiere crecimiento económico sostenido e inclusivo, mejores empleos formales, educación de calidad y servicios de salud accesibles para todos.
