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La crisis en Michoacán: oportunidad para corregir el rumbo

El asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, fue un golpe brutal que expuso, una vez más, la vulnerabilidad de Michoacán ante el crimen organizado. La reacción inicial de la presidenta Claudia Sheinbaum, centrada en culpar a gobiernos anteriores y en descalificar a la prensa, fue un desatino en términos de comunicación, pues desviaba la atención del fondo del problema. Sin embargo, es necesario señalar que la presidenta no ha minimizado la gravedad del hecho y está tomando acciones para atender el problema.

Sheinbaum anunció un plan de tres ejes para atender la violencia en Michoacán: Seguridad y Justicia, Desarrollo Económico con Justicia y Educación y Cultura para la Paz. Es una estrategia que busca combinar la presencia institucional y el combate a la impunidad con medidas de desarrollo social y cultural que ataquen las raíces del problema. Falta conocer los detalles operativos, pero el compromiso de presentar una estrategia integral en los próximos días abre una oportunidad para reencauzar el tema con seriedad.

El reto no será menor. Michoacán ha sido, durante décadas, un laboratorio fallido de seguridad: operativos federales, militares y estatales han ido y venido sin resolver el dominio del crimen. Sheinbaum enfrenta la prueba de demostrar que su gobierno puede romper ese ciclo.

La presidenta tiene ahora la oportunidad de convertir la tragedia de Uruapan en el punto de partida de una estrategia efectiva de pacificación.